Los procesos de producción de la compañía que fabrica las galletas Oreo podrían estar poniendo en riesgo la vida de trabajadores y consumidores mexicanos.
El 14 octubre 2015, Donald Trump declaró en Virginia: “No volveré a comer Oreo otra vez. Nunca. ¡Nunca!” Su anuncio tuvo que ver con la decisión de Mondeléz, la matriz de Nabisco, de salir de Estados Unidos.
“Nabisco, Oreos, ¿Sí, Nabisco? ¿Sí? ¡Oreos! Ellos están cerrando su gran planta en Chicago. Se están yendo a México”, dijo Trump en 2015.
Ese traslado a México ha levantado la alerta de organizaciones no gubernamentales luego de que el periódico estadunidense Chicago Tribune informó que trabajadores de Mondeléz, cuando aún era Kraft Foods, demandaron a la empresa por presuntamente haber contraído cáncer pulmonar debido a las altas exposiciones a diacetilo, un producto químico que se emplea como saborizante.
Martha Ojeda, de Interfaith Worker Justice, señaló en conferencia de prensa, el pasado 27 de noviembre: “En las galletas, en el pan, todo eso, usan mucho el diacetileno, y el diacetileno causa problemas respiratorios, pero que causa enfisema pulmonar y cáncer pulmonar. Ahorita hay demandas de trabajadores de Chicago a Nabisco por exactamente la exposición prolongada de esos químicos y que tienen problemas de cáncer”.
En noviembre pasado, diversas ONG de Estados Unidos llegaron a México para advertir sobre problemas de salud en la planta de fabricación de galletas Oreo, misma que Mondeléz trasladó de Chicago a Nuevo León y que comenzó a operar con mano de obra mexicana.
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